sábado, 20 de abril de 2013

¿Por qué no me dejaron despedir de papá? (II)


Revisando mi blog compruebo que el post ¿Por qué no me dejaron despedir de papá? en la que explico la historia del niño a quien inicialmente le ocultaron la muerte de su padre, es uno de los más leídos y que ha generado más comentarios. Muchas veces me he preguntado qué fue de aquel niño. ¿Cómo le ha ido la vida casi un año después de la muerte de su padre?

Hace pocos días, la maestra que me explico el caso me relató lo ocurrido. Inicialmente, sus profesores, como compensación a la tragedia vivida por el pequeño, le ayudaron con los estudios del colegio, aprobándole, casi sin esfuerzo, todas las asignaturas. Ahora, una vez inmerso en el nuevo curso, el niño ha acabado pagando las consecuencias de este supuesto regalo de los maestros y lo ha suspendido todo.

Afortunadamente, después de unos meses, este alumno está reconduciendo su situación, a base de volver a estudiar y de recibir más seguimiento, pero yo me pregunto: ¿No hemos pasado de un extremo al otro? Partiendo de una falsa idea de la protección hacia el niño, primero se decidió ocultarle la muerte del padre y, posteriormente, sus educadores le regalaron el curso.

Todos los niños, al igual que los adultos, deben superar su proceso de duelo y también, en su momento, enfrentarse al esfuerzo que supone el día a día, en este caso sus estudios. He aquí la cuestión, en la que parece que todos, educadores, profesionales de la salud y ciudadanos, todavía debemos avanzar mucho.

Sorprendentemente  la situación de este niño no es insólita. A raíz de la publicación de este post, contactó con el blog una chica que, sorprendida por la coincidencia con lo que ella había vivido, me relató su experiencia. “Inicialmente pensé que aquella era mi historia, porque la coincidencia era prácticamente exacta”, me confesaba.

En todo momento quería preservar el anonimato, pues en su caso, no sólo le ocultaron la muerte del padre, sino que ahora, que ya han pasado muchos años, la figura paterna no se nombra ni se menciona. Porque, desgraciadamente, en su familia no sólo la muerte, sino que la propia existencia de su progenitor ha pasado a ser un tabú.  

Como sociedad una de nuestras muchas asignaturas pendientes es el abordaje de la muerte: de nuestra propia muerte, de la de nuestros compañeros, familiares y amigos. Pero como sociedad también tenemos la gran responsabilidad de acompañar adecuadamente a “esos locos bajitos” que en unos años van a ser los adultos que tomen el timón.

4 comentarios:

  1. Me alegra darme cuenta que en nuestra família no estamos locos. Gracias Josep.
    En nuestro caso siempre hemos sido los raros, los que llevaban a sus hijos (4) a los entierros de sus seres queridos, les haciamos entrar a ver al difunto/a, todos nos recriminaban (pobres niños los vais a traumatizar).
    Los dos abuelos paternos de mis hijos han muerto en nuestra casa y todos los niños de la família han vivido los últimos momentos de la vida como nosotros.
    El médico y la enfermera de familia que nos visitaban en esos días, nos confesaron que habían comentado entre ellos la paz que se percibía al entrar a visitar a nuestros padres.
    Y finalmente todos los niños de nuestra familia, vivieron junto a nosotros su muerte, llorando con nosotros, estando en nuestras conversaciones e incluso acariciando a la yaya y al aye ya fallecidos.
    Después de la muerte de nuestros queridos papis y todavia ahora, después de 5 y 7 años, nos reunimos la familia para hacer cosas que hacíamos con los ayes, ver la película que tanto le hacía reir a la yaya con Alzehimer (agarrame ese fantasma) o tomar chocolate con churros que tanto les gustaban.
    Creemos que con todo ello hemos invertido en salud mental para los niños de la familia. Porque como bien decimos (pero no siempre creemos) la muerte es parte de la vida y así deben percibirla los niños.

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  2. Des del punt vista d'una mestra, això em crea fustració i impotencia davant de tanta incongruencia i falta inteligencia (?)d'una professional (?)que ha de vetllar pel futur dels seus alumnes.

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  3. Ojalá fuera especialista en educar a niños y en hablarles de las cosas de la vida de la forma más adecuada para ellos! Y entre esas cosas, hablarles de la muerte.
    Me reconozco entre esos padres que ante este tema no sabe qué es lo más conveniente y ante esta circunstancia normalmente el que dicta mi forma de actuar es lo apretado que sienta un nudo en el estómago.
    Y este nudo normalmente me hace tirar por el camino de en medio, el menos comprometido y el que pocas dudas despeja.
    Quizás la conclusión más razonable a la que llego es la que me lleva a pensar que yo mismo tengo mis muchos miedos ante la muerte y son esos miedos los que no quiero que ellos hereden. Y, sinceramente, no se cómo se hace.

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  4. Hola Josep,
    Sabias reflexiones. Tenemos mucho que construir sobre el abordaje de la muerte. A los niños no les hace daño hablar de ello, además si les escuchamos podemos aprender mucho sobre como afrontar el hecho de la muerte de una manera natural.
    Felicidades por tu blog!

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