Se llama Esperanza y proclamó
estas palabras, que suenas tan duras, ante el público que asistía a la estrena
del documental Supervivientes, dirigido por Itziar Bernaola y Pablo Ferrán. Fue
con motivo del Día Internacional del Superviviente a la Muerte por Suicidio,
que en Barcelona organizó el pasado 16 de noviembre la Asociación Después delSuicidio, una entidad que agrupa a personas afectadas por esta situación y que
pretende romper el tabú de la muerte por suicidio.
Esperanza es una mujer de más de 70
años que ayer por la mañana, pese al viento y la lluvia que caía en
Barcelona, decidió asistir al Hospital de Sant Pau para compartir un
sentimiento todavía muy íntimo. Y tras iniciarse el debate con los
protagonistas del documental, muchos de ellos familiares de personas que se
suicidaron, decidió dar un gran paso.
Se levantó de entre las últimas
filas de la sala de actos, cogió el micrófono y espetó: “Yo me suicidé”.
Quienes estábamos allí, unos todavía impactados por el documental y otros con
el dolor visible en el rostro –porque allí había dolor, mucho dolor-, nos
quedamos atónitos.
Primero fueron la vivencias de la
Guerra civil española, de los aviones que sobrevolaban la ciudad y de las
bombas y el sufrimiento de no saber nada del padre y después cuando ya se casó
fueron los más de 30 años de malos tratos que recibió de su ya ex marido. “Me
tomé más de 200 pastillas porque lo que quería era desaparecer de todo
aquello”, explicó.
Pese a que lo intentó no lo
consiguió. Porque unos días después abrió los ojos y vio que estaba viva.
“Decidí que había dejado de ser aquella Esperanza y que a partir de allí debía
aprovechar la oportunidad y convertirme en una nueva Esperanza, más positiva y
más abierta a ayudar a todos”, argumentaba.
Y creo que lo ha conseguido,
porque ayer estaba entre todos nosotros, con la fuerza de alguien que, de algún
modo, se esforzaba en darnos a entender que había elegido volver a nacer, pese
a que su ex marido, tras el suicidio, le había advertido que le gustaba la
antigua Esperanza, la más sumisa.
Esperanza, que con este paso no
hace más que dar todavía más valor a su nombre, tuvo ayer la oportunidad de
conocer, a partir del documental Supervivientes, pero también del debate que se
celebró después de la emisión, el sufrimiento de los familiares, que lejos de
juzgar la decisión de las víctimas, intentaron analizar las claves y los
sentimientos que les llevaron a procesar todo aquello.
“He pedido a algunos de mis hijos
que me acompañaran hoy en esta reunión, pero finalmente he venido sola. Creo
que hoy, cuando vuelva a casa les preguntaré a cada uno de ellos: ¿Qué
sentimientos tuviste cuando yo me suicidé? ¿Cuáles fueron vuestros pensamientos?
¿Y ahora?”
Las entidades de apoyo a los
supervivientes a la muerte por suicidio consiguieron ayer un nuevo trofeo: romper una lanza para acabar con el estigma y
la vergüenza que todavía rodean estas muertes. Al menos lo consiguieron con
esta mujer. Queda mucho trecho por andar, pero ante todo hay mucha esperanza
para conseguirlo.
Magnífico relato Josep de la persona quizás más valiente de aquel sábado, vino sola y se fue sola... y sabía que seguiría sintiéndose sola, nadie le preguntaría en casa...
ResponderEliminarConsiguió ni que fueran por unos breves minutos sentirse acompañada para explicar su historia de vida terrible de soledad e incomprensión, historia seguro no tan diferente de la que muchas personas, de un tiempo no tan lejano de nuestra historia, les tocó vivir.
Hay muchas Esperanzas a nuestro lado, les debemos el escucharlas ni que sea tan solo por unos minutos.
Gracias por esta maravillosa aportación.
Cecília
Gracias Cecília por tus palabras.
EliminarEs cierto que hay muchas Esperanzas a nuestro lado, y la mayoría de las ocasiones pasan desapercibidas a los ojos de la sociedad. Y es responsabilidad colectiva, como tu dices, darles soporte.
Un saludo
Josep
Impactante….
ResponderEliminarEva.