© José Irun |
¿Quiénes trabajan en una empresa
de servicios funerarios se acostumbran a la muerte? Ésta es una de las
preguntas que algunos de los profesionales que dirigen las ceremonias laicas reciben
frecuentemente por parte de los amigos y familiares de los difuntos al
finalizar estos eventos.
Pues no, nadie se acostumbra a
ello: ni quienes dirigen las ceremonias laicas, ni aquellos que deben gestionar
los últimos trámites antes de la despedida ni tampoco quienes ofrecen las
flores, la música, el féretro, las esquelas y los recordatorios que suelen entregarse
para dar el adiós a nuestros seres queridos.
Me ha hecho pensar en ello mi
compañera Amelia, cuando esta tarde, desde su más sincera espontaneidad, reflexionaba
ante ello frente a las personas que
hoy se han reunido en el tanatorio de Les Corts de Barcelona para participar en
el IV Memorial Laico organizado por Serveis Funeraris de Barcelona-Grupo
Mémora para recordar a familiares y amigos a quienes este año despidieron con
una ceremonia laica.
El ceremonial mezcla lecturas,
poesía, una encendida de velas, canciones y relatos con palabras que pretenden
sanar y ayudar a los allegados a superar el duelo y acompañarlos para traducir
el dolor y la tristeza en recuerdo. Desde hace algunos años, las imágenes de
aquellos que nos dejaron protagoniza la parte final del encuentro.
Fotografías de hombres y mujeres
en la montaña, al lado de su familia, el día de su boda, coronando un pico, en
reuniones con amigos… Pese a que en ocasiones, alguien se quiebra por el dolor,
la mayoría de los presentes se siente reconfortado por el espíritu de vida que
transmiten, en las imágenes, quienes que ya no están aquí.
Se trata de un evento hecho con
sensibilidad y especialmente próximo, también para aquellos que lo organizan y
quienes viven los preparativos de cerca.
Hoy, durante el ceremonial, una
compañera de trabajo, al escuchar una de las Gymnopedies de Erik Satie me ha
confesado: “Tengo decidido que ésta sea la canción que se toque el día de mi funeral”.