jueves, 19 de junio de 2014

¡Nadie se acostumbra a la muerte!

© José Irun
¿Quiénes trabajan en una empresa de servicios funerarios se acostumbran a la muerte? Ésta es una de las preguntas que algunos de los profesionales que dirigen las ceremonias laicas reciben frecuentemente por parte de los amigos y familiares de los difuntos al finalizar estos eventos.

Pues no, nadie se acostumbra a ello: ni quienes dirigen las ceremonias laicas, ni aquellos que deben gestionar los últimos trámites antes de la despedida ni tampoco quienes ofrecen las flores, la música, el féretro, las esquelas y los recordatorios que suelen entregarse para dar el adiós a nuestros seres queridos.

Me ha hecho pensar en ello mi compañera Amelia, cuando esta tarde, desde su más sincera espontaneidad, reflexionaba ante ello frente a las personas que hoy se han reunido en el tanatorio de Les Corts de Barcelona para participar en el IV Memorial Laico organizado por Serveis Funeraris de Barcelona-Grupo Mémora para recordar a familiares y amigos a quienes este año despidieron con una ceremonia laica.

El ceremonial mezcla lecturas, poesía, una encendida de velas, canciones y relatos con palabras que pretenden sanar y ayudar a los allegados a superar el duelo y acompañarlos para traducir el dolor y la tristeza en recuerdo. Desde hace algunos años, las imágenes de aquellos que nos dejaron protagoniza la parte final del encuentro.

Fotografías de hombres y mujeres en la montaña, al lado de su familia, el día de su boda, coronando un pico, en reuniones con amigos… Pese a que en ocasiones, alguien se quiebra por el dolor, la mayoría de los presentes se siente reconfortado por el espíritu de vida que transmiten, en las imágenes, quienes que ya no están aquí.

Se trata de un evento hecho con sensibilidad y especialmente próximo, también para aquellos que lo organizan y quienes viven los preparativos de cerca. 

Hoy, durante el ceremonial, una compañera de trabajo, al escuchar una de las Gymnopedies de Erik Satie me ha confesado: “Tengo decidido que ésta sea la canción que se toque el día de mi funeral”.   



3 comentarios:

  1. No hace mucho que trabajo en una empresa de servicios funerarios y no sólo estoy de acuerdo con lo que Josep apunta en este post. Añadiría que te hace más consciente de ella.
    Como a la mayoría de las personas les sucede, cuando no estaba vinculado al mundo funerario, mis reflexiones sobre la muerte eran puntuales y casi siempre motivadas por la pérdida de un ser querido. El resto del tiempo prefería no pensar en ella pues no sabía/sé mitigar la angustia que me provoca.
    Desde que profesionalmente tengo un "contacto" diario con temas relacionados con el final de la vida, la muerte y el dolor que después de su paso ésta deja,pienso en ella mucho más a menudo y no sólo desde un punto de vista profesional, también personal: la muerte de mis seres queridos, la mía propia,...
    Cuando conoces la historia de alguien, su vida, aunque sólo sean retazos,es cuando te llega hondo. Lleves los años que lleves tratando con ella o con personas que la sufren, te sigue llegando, emocionando, haciéndote pensar.
    De ahí mi admiración y profundo respeto hacia todas aquellas personas que profesionalmente se dedican a asistir a pacientes y a sus familias en el proceso final de una vida: antes, en el momento de la muerte y después.Ellas y ellos, los escuchan, los cuidan, los acompañan,... nadie puede ser indiferente a estas historias de vida y nadie es ajeno a que ello le haga pensar.

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    1. Hola Anónimo, muchas gracias por tus sinceras aportaciones.
      Me siente plenamente identificado con ellas, las comparto y por si solas ya suponen una reflexión en este blog.
      Es difícil poder separar las vertientes personales y profesionales, pero esa fina línea que las separa es la que haga que podamos crecer cada día como profesionales y por encima de todo como personas.
      Un saludo

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  2. Buenos días, yo también trabajo día a día con la muerte y comparto la idea de que, a pesar de lo que se pueda intuir, esta cercanía nos hace ser más conscientes de la finitud de la vida. Además, estas aportaciones de Josep abren paso a la reflexión acerca de "planificación de nuestra propia ceremonia"...¿por qué no?

    MARÍA JOSÉ ALDUNATE

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