domingo, 16 de noviembre de 2014

Definitivamente hay que hablar del suicidio

Sólo hace algunas décadas atrás la violencia de género era tabú. El maltrato a la mujer, que en ocasiones podía acabar con su muerte, socialmente se aceptaba como episodios íntimos que se vivían en el seno de la pareja. ¡Cómo ha cambiado desde entonces, como mínimo en las páginas de los diarios, en la televisión y en la radio!

¿Pero qué pasa con las muertes por suicidio? Leía hace una semana en La Vanguardia que en España fallecieron por esta causa 3.539 personas en el 2012, frente a las 1.915 que lo hicieron por accidente de tráfico. Mientras que de estas últimas se habla, y mucho, de las primeras no. Se silencia su  muerte. ¿Por qué?

La respuesta la daba en el mismo artículo la presidenta de la Asociación Después del Suicidio–Asociación deSupervivientes (DSAS), Cecília Borràs, quien aseguraba, que la mayoría de periodistas confiesan que los  manuales de estilo prácticamente “prohíben” abordar el tema del suicidio por el supuesto efecto cadena.

Yo sigo firmemente convencido que hay que romper con este silencio, ¿pero cómo hacerlo? Pese a que la comunicación, gracias a la irrupción de Internet y especialmente de las redes sociales, es cada vez más compartida por los ciudadanos, los medios de comunicación todavía juegan un rol clave en el asunto.

Días después de leer esta información decidí abrir el debate entre mis más allegados, entre ellos una periodista, que ha trabajado durante años en varios medios de comunicación y que ha vivido en su propia piel esta norma, en ocasiones no escrita, de no informar de los fallecimientos por suicidio.

Me explicó entonces algo para mi desconocido. Habitualmente, las noticias de suicidios llegan a las redacciones de los medios de comunicación a través de los periodistas de sucesos, quienes trabajan codo a codo con los bomberos y los cuerpos de seguridad. Profesionales acostumbrados también a moverse en los pasillos de los juzgados, a escudriñar los detalles de asesinatos, estafas y robos. Es su cometido.

Si en algún momento, excepcionalmente, se trata el suicidio es en este entorno, por lo que se entra en el riesgo de entrar en detalles trágicos y de acrecentar el morbo.

Un problema de salud pública

Pero los datos están ahí y en los últimos años algunos expertos sanitarios han empezado a dar un toque de atención sobre el impacto de este tipo de muertes y el dolor, el vacío y la incomprensión que, en ocasiones, viven los que deben seguir conviviendo con ello.

Así que en los medios de comunicación se ha empezado a cambiar el enfoque porque poco a poco, aunque sea a pasos lentos, empiezan a ser los periodistas especialistas en el ámbito de la salud y en programas de cierta sensibilidad social donde se empieza a abordar el suicidio, como un problema de salud pública, que es lo que es. ¿Será está la vuelta de tuerca necesaria para que definitivamente se hable de ello?