domingo, 22 de mayo de 2016

Celebrando la vida en su honor

Celebrando la vida en su honor. Así plasmaba con un pequeña nota sus sentimientos uno de los familiares de una persona difunta hace unos meses, después de emocionarse al recorrer la exposición Luz profunda de arteterapia en el final de la vida que estos días se puede visitar en el recinto modernista del Hospital de Sant Pau de Barcelona.

En esta muestra se puede observar las obras pictóricas fruto del proceso creativo de tres grupos de protagonistas: las personas enfermas que fallecieron después de ser acompañadas por el equipo de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital de Sant Pau y que participaron en sesiones de arteterapia; sus familiares, que también realizaron su propio proceso creativo sobre el duelo; y finalmente artistas profesionales que tras entregarse a una introspección sobre sus propias pérdidas, se encontraron con los familiares y con la obra del ser querido fallecido, para aportar su visión del proceso.

El resultado es un trabajo plural y solidario que se asoma al vacío de la pérdida, al gesto artístico que ayuda a trascender en sufrimiento, al ciclo de la muerte y de la vida. Y donde compartir, aunque sea en silencio en muchas ocasiones, forma parte del proceso de duelo individual.

Durante el recorrido por la muestra, que deja los sentimientos más profundos a flor de piel, me llamó especialmente la atención el caso de Maria Antonia, madre de Pilar, que falleció de cáncer. Tras la muerte de su hija, esta mujer, junto con otros participantes, se reúne para expresar a través del arte su sentimiento de pérdida, de vacío.

Y lo primero que pinta es un angosto camino negro sobre fondo oscuro, que al final de todo, tras una sesión compartida con otros familiares y con los artistas profesionales, consigue convertirse en otra creación protagonizada por el mismo camino, pero esta vez sobre un fondo verde, azul y decorado con estampados coloridos.

En este caso, el arteterapia consigue que Maria Antonia se reconstruya después del contacto físico, reflexivo, espiritual y participativo con el material expuesto, en definitiva con el ciclo de la muerte y de la vida.

La historia de esta mujer, igual que la de los otros ocho familiares que participan en esta muestra, deja el corazón más que encogido. Nos obliga, voluntariamente, a reflexionar y por qué no a recordar nuestras propias pérdidas.


Un ejemplo de ello es el espacio final de la exposición en la que muchos visitantes cuelgan sus propios pensamientos, reflexiones y dibujos sobre la vida y la muerte… Los hay de clásicos, sacados de proverbios y frases robadas, y otros de creación propia, pero todos ellos hechos con el corazón y desde la profunda estimación hacia los seres queridos que se fueron. Pese a la pérdida, sigamos pedaleando, reza uno.